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Fotografía extraída del sitio de TAITA en facebook |
“¿Y ella quién es?” “¿Qué hace acá?” Miradas que enjuician al diferente, al intruso que se acerca e interrumpe la clase. Los roles parecen cambiarse por un momento.
Las actividades comenzaron en el Taller Artístico Integral de Trabajo Arte-Sano (TAITA) temprano en la mañana y en los salones encontramos desde yoga hasta informática y plástica. Los grupos son reducidos pero presentan una gran heterogeneidad en cuanto a enfermedades: autismo, síndorme de Down, cuadripléjico, etc.. Entre ruidos variados, algunos se concentran en su trabajo y no necesitan demasiada asistencia. Otros, están muy distraídos, como ajenos a lo que pasa su alrededor.
Entre cuatro paredes pintadas de celeste encontramos siete computadoras con diferentes ejercicios. Mientras unos practican con juegos didácticos de forma táctil, otros más avanzados escriben frases que les dictan haciendo uso del teclado. La profesora Mariel González explica que se intenta equiparar pero las diferencias son notorias. “Algunos tienen discapacidad visual o motriz mientras que otros sin problema bajan música de internet o copian textos”. Las pautas varían de acuerdo al nivel del grupo: en el uno están aquellos que se manejan con mayor facilidad e independencia, seguido por el dos y el tres.
El centro tiene una estructura semejante a la de cualquier casa, quizás eso refuerza el ambiente y la sensación de estar en un hogar en donde se respira amor y bienestar. En el medio se ubica la cocina de donde ya se empiezan a desprender los primeros olores. Alrededor se encuentran los salones y la oficina de las directoras Mónica Nipoli y Estela Aureta, junto a la secretaria y maestra, Ivone Medina. También diviso el despacho de la psicóloga, quien se encuentra ocupada atendiendo a padres y futuros alumnos ya que para ingresar lo primero que deben hacer es tener una consulta y evaluación con ella. Según las palabras de Gabriel, un alumno con síndrome de down, algunas de las manualidades que creó el año pasado en cerámica se expusieron allí para que los padres pudiesen apreciarlas.
En un pequeño patio en donde se construyó un vivero que hoy se ve deteriorado a causa de un temporal, se desarrollan actividades plásticas en un taller denominado “Armo y creo”. Con las manos ocupadas y expresiones de esfuerzo en sus rostros, los alumnos elaboran productos que, gracias a que la Intendencia este año les otorgó un puesto en la feria del Buceo, comenzarán a vender los viernes por la mañana. Llaveros, alfombras hechas con bolsas de papa, pines y remeras que realizan en conjunto con el taller de serigrafía son algunas de las opciones.
La Cooperativa del Pan es otro de los cursos que se califica como “Pre laborales”. Todos los jueves la cocina se llena de harina y levadura para luego, cuando se hornean los panes, venderlos por el barrio o alcanzar pedidos a domicilio, por ejemplo a la Escuela 200 que también es de discapacitados. Lo recaudado se destina a la compra de elementos productivos que auto gestionan el emprendimiento como el caso de un horno, el año pasado.
Mirta Trias, una de las docentes, está a cargo de muchos de los talleres ya mencionados. De acuerdo a la definición que realiza Ivone, ella “es multitarea”. Los talleres se realizan en la mañana y en la tarde, los cupos son limitados. En la mayoría de los casos los alumnos se anotan de acuerdo a sus preferencias y posibilidades, pero a veces el espacio geográfico actúa como obstáculo determinante. En donde sí se admiten muchos integrantes es en las clases de murga. Mirta se encarga de diseñar los disfraces que a fin de año luce la “Murga Comodines” en la Movida joven.
“Lo que ocurre en otras ocasiones es que los padres anotan a sus hijos en talleres que no les gustan y nosotras tenemos que luchar con eso, crearles cierta motivación”, afirma Thalía Milano, la profesora de yoga. En el caso de su taller, se pone énfasis en el “aquí y ahora”, que es el común denominador de la mayoría de los cursos. La idea es concentrarse a través del cuerpo, sentir, manejar el silencio y el estar quieto. “Yo aplico muchos aspectos filosóficos como poder ayudar al otro y que el otro me ayude a mí, por eso se trabaja en parejas” explica.
Al mediodía muchos llegan, otros se van. Hasta las 16 horas los alumnos varían entre adolescentes y jóvenes con múltiples discapacidades. Más tarde, los adultos con alteraciones psiquiátricas como esquizofrenia o bipolaridad copan los salones con una mayor independencia para actuar y desplazarse. Mónica Nipoli, una de las directoras, explica que “se busca trabajar lo pedagógico de un modo más atractivo teniendo en cuenta que muchos han sufrido grandes frustraciones en el ámbito académico”. Al mismo tiempo, se pretende potenciar todas las destrezas artísticas. Por ejemplo, el grupo de percusión que funciona allí y se autodenominó “Los taitalatas” en homenaje a su cuna, han sido invitados en La fiesta de la X para tocar. “Esa es la idea, vincularnos con el medio artístico como verdaderos artistas y no como discapacitados” afirma Nipoli. La directora destaca como fundamental trabajar con la autoestima, ofrecerles seguridad y la certeza de que ellos pueden llegar a realizar grandes cosas. “Hay que despojarse del No, que en definitiva todos nos ponemos, discapacitados o no”, resume.
El Taller Artístico Integral de Trabajo Arte-Sano funciona desde 1999 como un instituto de educación privada especial del rubro no formal, habilitado por Codicen. Actualmente cuenta con alrededor de 100 alumnos y más de 20 docentes y auxiliares especializados.
Dirección: José Catalá 2250
Tel: 2 486 35 77