El sábado 14 de mayo se anunció oficialmente la Tecnicatura de Lengua de Señas en Tacuarembó prevista para comenzar a dictarse este año. La iniciativa surge gracias a un convenio por parte del ingeniero Daniel Cal (director de la Casa de la Universidad de Tacuarembó) junto a la Facultad de Humanidades y la de Ciencias.
Dicha tecnicatura funciona actualmente en Montevideo en la Facultad de Humanidades desde el 2009. Según Noelia Pereyra, actual estudiante de la misma, “todo es muy nuevo, seguimos siendo el único grupo y aun no egresó nadie”. Para acceder a la misma se debe estar familiarizado con la lengua, por lo que el Centro de Investigación de la Persona Sorda (CINDE) y la Asociación de Padres y Amigos del Sordo del Uruguay (APASU) son las dos instituciones que brindan cursos básicos y de formación de intérpretes en el caso de CINDE.
Según Daniel Cal, el proyecto para trasladar la tecnicatura al norte del Río Negro responde al hecho de querer elevar la enseñanza a otros niveles. “Se presentó una propuesta en el marco del llamado para realizar actividades de actualización en el interior con el objetivo de sensibilizar sobre el tema”. Si bien faltan confirmar algunos detalles, todo parece estar planeado para que no ocurran mayores inconvenientes. Cabe recordar que la Casa de la Universidad de Tacuarembó, al igual que la de Rivera y Paysandú, son dependencias descentralizadas de la Universidad de la República y se derivan de las unidades de extensión de Artigas y Cerro Largo.
La noticia se dio a conocer en la reunión organizada por la Comisión de Padres y Amigos de la Persona Sorda de Tacuarembó con conmemoración al inicio del cuarto año consecutivo de las clases de lengua de señas uruguayas. Esta comisión funciona desde el año 2008 y desde ese entonces contrata los servicios de CINDE para llevar a cabo estos cursos. Cabe mencionar que este centro está ubicado en Montevideo y es una entidad privada abalada por el MEC.
Daniel Ignacio, presidente de la comisión, explica que como padre de un niño con sordera decidió comenzar a luchar por los derechos de su hijo ya que en secundaria no habían intérpretes y eso, como se lo hizo notar Silvia Latiesa (maestra especializada) debe ser obligatorio ya que la ley 17378 hecha en el 2001 así lo decreta. Se trata de “reclamarle al estado lo que él mismo ofrece como solución y que lamentablemente no se cumple. Es muy doloroso ver cómo las autoridades tratan de lavarse las manos con tal de no tener un problema” explica.
En la batalla contra las mismas, como así lo definió, finalmente se logró la asistencia de un intérprete en la escuela número 5 y el liceo nocturno número 1. En Paysandú, donde también funciona una comisión de padres, se dictan clases con intérpretes en las escuelas 4 y 96 pero aun no se logró lo mismo para el liceo. En Montevideo, se estima que hay alrededor de 50 intérpretes egresados de CINDE. Actualmente la única escuela para personas con problemas auditivos es la número 197 que posee una sola persona ejerciendo dicha función. Son muchos los casos como el de Patricia Díaz, perteneciente a APASU, o Cristina Gadola (de la comisión de Tacuarembó) que al ser madres de niñas con tales dificultades se convirtieron en intérpretes voluntarias. Díaz explica que la idea es que las comisiones de los diferentes departamentos funcionen en conjunto, pero “la realidad es que esto no ocurre y muchas veces se va a destiempo”.
En cuanto a avances, este año la comisión de Tacuarembó llegó también a un acuerdo con las autoridades de UTU y se colocó un intérprete allí. “Ahora sí se puede decir que el sordo en Tacuarembó ya puede terminar su ciclo secundario como cualquier oyente en función de sus capacidades” agrega Ignacio. Por lo tanto, hoy el departamento posee cuatro intérpretes en total que, lejos de ser un dato menor, no han culminado sus estudios pero las autoridades les permiten trabajar de todos modos ya que CINDE no puede cubrir la demanda por cuestiones de distancia principalmente. “También esto es un logro de esta comisión ya que los tiempos educativos son hoy y no cuando nuestros sordos tengan 30 años y estén fuera del círculo educativo” afirma Ignacio.
Lejos de abandonar sus objetivos, actualmente en el departamento están tramitando declarar de interés general la enseñanza de lengua de señas frente a la Junta Departamental y, por otro lado, intentan conseguir un respaldo monetario mayor ya que pese a colaboraciones, como la del Obispado de Tacuarembó (que incluso les donó el espacio físico), resulta muy difícil sustentar los gastos de los cursos que vienen realizando hace cuatro años, imprescindibles para avanzar y poder llegar a ejercer la futura tecnicatura. “Debemos solicitarle al Ministerio de Educación y Cultura los fondos necesarios y dejarnos de vender tortas fritas en la laguna” aclara indignado el presidente de la comisión. “Se trata del norte del país y no sólo de Tacuarembó”.
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